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Postales del fin del mundo: El Canal de Beagle

  • Foto del escritor: Milena Gredillas
    Milena Gredillas
  • 5 mar
  • 2 Min. de lectura


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Estaba en un barco que navegaba por el Canal de Beagle,y bajamos en la Isla de Bridge. El viento cortaba como una navaja. No importaban las mil capas de ropa, ni los guantes, ni la bufanda apretada hasta la nariz: el frío te atravesaba igual, como si no existiera barrera posible entre la piel y el aire. Pero a la vez se sentía bien, como una muestra de coraje a uno mismo. Miré alrededor. Nada más allá, solo el agua oscura y helada, y a lo lejos montañas. En ese momento pensé, realmente estoy en el fin del mundo.


Pensé en los que habían vivido ahí antes, en cómo una tribu podía haber hecho de ese lugar su hogar. Los Yamanás ¿Cómo dormían? ¿Cómo soportaban este viento sin un abrigo, o algun tipo de tecnología que les diera calor? Me pareció una locura que con el paso del tiempo el humano se vuelva más frágil en lugar de más fuerte. La naturaleza imponía sus reglas, y yo apenas estaba de paso.


Seguimos navegando y, en medio de ese paisaje imponente, aparecieron ellos: un grupo de lobos marinos se amontonaba sobre una roca, con el viento y el aire como su hogar, en el medio de la nada. Todos en su mundo, ajenos a nuestra presencia. Yo los miraba a ellos, pero ellos no me miraban a mí. Ni a las cientos de personas que se abarrotaron para observar.



Esas imágenes quedaron grabadas. Vida en lo inhóspito. Mientras yo temblaba bajo mis capas de abrigo,y los miraba con admiración, ellos simplemente existían.


El viento seguía golpeando con fuerza, como si quisiera recordarnos dónde estábamos. Ya casi era hora de volver, y el cielo empezaba a teñirse con los colores del atardecer, reflejándose en el agua helada. En el aire flotaba la sal, pegándose a la piel, al olfato, a todo. Entonces apareció: El faro. Ahí, solitario y firme en medio del canal, como un testigo eterno del paso del tiempo y de los navegantes que alguna vez buscaron su guía. No importaba el frío, ni el vaivén del barco, ni el murmullo de quienes me rodeaban. En ese instante, solo existía el faro, la verdadera postal del fin del mundo♥


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